
Gente del embalaje: Ellen MacArthur y la nueva economía del plástico
En 2005, Ellen MacArthur hizo historia en la navegación al convertirse en la navegante en solitario más rápida en dar la vuelta al mundo.
En 2010, creó la Fundación Ellen MacArthur (EMF) con el objetivo de acelerar la transición hacia la economía circular.
En 2016, EMF publicó su primer informe revolucionario sobre la nueva economía del plástico, en el que se mostraba cómo la aplicación de los principios de la economía circular a los flujos mundiales de envases de plástico podría transformar nuestras interacciones globales con el plástico y reducir drásticamente sus externalidades negativas.
Los nuevos hallazgos de Plastic Economy proyectan que, para 2040, una economía circular tiene el potencial de desvincular los plásticos de las materias primas fósiles, lo que permitiría a la industria del embalaje plástico participar de manera efectiva en el mundo con bajas emisiones de carbono que, inevitablemente, se acerca cada vez más.
Desde los diez años, Dame Ellen MacArthur tenía una visión infinita de un mundo finito. Fue entonces cuando MacArthur empezó a ahorrar el dinero de su almuerzo para dar la vuelta al mundo en barco.
Hija de dos profesores de Derbyshire, Inglaterra, esta capacidad para convertir sus recursos limitados en posibilidades ilimitadas le permitiría enfrentarse al mundo de muchas maneras. En 2005, a los 29 años, se convirtió en la navegante en solitario más rápida en dar la vuelta al mundo.
Planificar esta y otras hazañas que batieron récords requirió una planificación meticulosa. MacArthur reflexionó en una ocasión: «En un barco, llevas lo mínimo indispensable, como comida y combustible, y no desperdicias nada. Nunca dejas una luz o una pantalla de ordenador encendida. Solo tienes lo que has traído y tienes que hacer que te dure hasta el final del viaje». En cambio, señaló: «Los seres humanos ya no consideramos que los recursos como las plantas, los aceites, los minerales y los metales sean valiosos... en tierra, tomamos lo que queremos».
Durante este viaje lleno de incertidumbre, MacArthur tenía más cosas en la cabeza que el viento. Se estaba produciendo un cambio de paradigma. MacArthur se dio cuenta de que el mundo fuera de su trimarán de 75 pies depende completamente de recursos finitos que se consumen con demasiada rapidez y se desechan sin pensarlo.
Y fue este cambio de paradigma lo que la llevó a dejar atrás los elogios personales del mar por los triunfos colectivos de un planeta regenerativo.
Aprovechar el capital natural
Cuando MacArthur abandonó el podio tras su viaje náutico récord, sabía que se encontraba en una encrucijada. En 2009, se retiró de la navegación competitiva, pero no de la exploración.
En una charla TED de 2015, explicó su decisión: «Ninguna experiencia en mi vida podría haberme dado una mejor definición de la palabra finito. Lo que tenemos ahí fuera es todo lo que tenemos; no hay nada más».
Su tenacidad desenfrenada pasó fácilmente de aplicarse a las adversidades del mar a las de las salas de juntas, las minas de carbón y las fábricas de automóviles. MacArthur inició un nuevo viaje global de aprendizaje, hablando con directores ejecutivos, expertos, científicos y economistas para tratar de comprender cómo nuestra economía lineal podría transformarse en una más sostenible, construida trabajando con el capital natural en lugar de contra él.
El siguiente viaje monumental de MacArthur consistiría en responder a la pregunta: ¿Es posible «eliminar» los residuos de una economía lineal construida a lo largo de los últimos 150 años? Sabía que convertir esa línea en un círculo requeriría algo más que vientos favorables.

En busca de la circularidad
En nuestros armoniosos sistemas naturales, no hay residuos. Todo se metaboliza, se devuelve y se aprovecha. La naturaleza humana y una economía global en crecimiento descartaron la idea de que el final de un producto o proceso es tan importante como su comienzo.
Entonces, ¿cómo es una economía circular? Según la visión de MacArthur, se parece a la biomímesis, al diseño «de la cuna a la cuna», a la simbiosis industrial y a los principios basados en una economía colaborativa en la que se elimina por completo el desperdicio.
Se trata de residuos alimentarios que se recogen y se convierten en fertilizantes, calor y energía, lo que en última instancia reconecta los sistemas de nutrientes y reconstruye el capital natural. Se trata de fabricantes que recuperan materiales y envases no tóxicos, que se disuelven y nutren la tierra en lugar de envenenarla. Estos conceptos necesitaban una plataforma en la que se les proporcionaran recursos para expandirse y crecer.
En 2010, MacArthur decidió emprender formalmente un cambio radical en la forma en que abordamos los envases de plástico, entre otras cuestiones relacionadas con el consumo en la economía global, y se creó la Fundación Ellen MacArthur (EMF).

Creando un equipo ideal circular
EMF cuenta con un equipo integral de expertos para financiar investigaciones innovadoras en diversos sectores, partes interesadas e impactos globales con el fin de eliminar los residuos y la contaminación, reciclar productos y materiales (al máximo de su valor) y regenerar la naturaleza. La organización benéfica colabora con las mejores universidades, empresas, plataformas, gobiernos y analistas para demostrar cómo una economía circular puede desvincular el crecimiento de las limitaciones de recursos.
Hoy en día, la plataforma es similar a una universidad gratuita sobre circularidad con investigaciones originales basadas en pruebas, podcasts, publicaciones personalizadas, recursos para legisladores y su propia herramienta de medición del rendimiento circular, Circulytics.
Más allá de este pozo de recursos, EMF tiene la mirada puesta en los futuros administradores. Su creencia fundamental es inspirar a los jóvenes para que actúen de forma creativa, aprovechen sus conocimientos para reconstruir el sistema y promuevan los principios circulares. Con este fin, la plataforma cuenta con una gran cantidad de recursos didácticos.
Aunque EMF abarca una amplia gama de sectores, desde el entorno construido hasta la moda, la alimentación y las finanzas, todos ellos comparten su dependencia del plástico, el material básico de la economía moderna.
¿Puede nuestra economía global romper con sus ritmos de «tomar, fabricar y desechar»? EMF lanzó la Iniciativa Nueva Economía del Plástico en 2016 para averiguarlo.

La nueva economía del plástico
La gestión del plástico se ha convertido en una prioridad clave para EMF. Un innovador informe de 2016, «The New Plastic Economy» (La nueva economía del plástico), encargado por EMF, el Foro Económico Mundial, la potente consultora McKinsey y la Fundación MAVA, fue uno de los primeros en reconocer que debemos ir más allá de la eliminación y, en su lugar, rediseñar el sistema desde el abastecimiento y la producción hasta el uso y el uso final.
La iniciativa New Plastics Economy ha encontrado el apoyo de algunos de los principales actores del sector de los bienes de consumo de rápida rotación, desde Coca-Cola hasta Mars y Unilever, lo cual es lógico, ya que la crisis del plástico está provocando una gran pérdida de beneficios.
El informe reveló que el 95 % del valor del material de embalaje plástico se pierde para la economía, lo que supone entre 80 000 y 120 000 millones de dólares al año, lo que lo hace inviable para el planeta y para los resultados económicos mundiales.
Un informe de seguimiento realizado en 2017 reveló que la movilización de innovaciones «ambiciosas» que desvincularan el plástico de las materias primas fósiles y fomentaran una economía de reutilización podría generar un cambio radical en la crisis del plástico.
¿El camino a seguir? Eliminar, innovar y reciclar. Los resultados del estudio «New Plastic Economy» (Nueva economía del plástico) de EMF prevén que, para 2040, una economía circular tiene el potencial de:
- Reducir en un 80 % el volumen anual de plásticos que llegan a nuestros océanos.
- Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 25 %.
- Generar un ahorro de 200 000 millones de dólares al año.
MacArthur sabe que cuando los recursos son finitos, siempre hay que mantener la esperanza hasta el final. «Si pudiéramos construir una economía que utilizara las cosas en lugar de agotarlas, podríamos construir un futuro».
Lo que comenzó como un viaje en solitario alrededor del mundo para ganar, ahora se ha convertido en una causa que involucra a los 8 mil millones de personas en la Tierra que tienen todo que perder.





